They're just moments. They're not a life







Recuerdo que cuando vi la hasta ahora única temporada de Treme, siempre tuve una ligera sensación de incompletitud. Sí, era bueno, pero... pero por momentos pensé que allí no había la suficiente vida que contar. Acostumbrado al drama en cantidades ingentes, a la tragedia hasta el punto de lo apenas tolerable o el surrealismo cómico capaz de evocar un, casi siempre muy necesario, otro mundo. Por todo esto, Treme siempre lo había recordado como algo que podía haber sido más.

Pero quizás no. Quizás, del mismo modo, que recuerdas cuando te dijo "tú, eso jamás lo entenderás" seis meses después y, ahora, sabes -como sólo se saben ciertas cosas- que tú, realmente nunca lo habías entendido, así, es Treme. Un pedazo de vida que te dice al oído "forgive me, pretty babe, but I always take the long way home".


Hay mucho sobre lo que volver en Treme en sus apenas 10 horas. Es una carretera secundaria de ocho carriles en la que siempre podrás elegir tu ruta. Quizás Creighton sea lo más intenso para un primer viaje. Podrás disfrutar de un segundo paseo al lado de Antoine Baptiste o, puede, que tu vida sea demasiado parecida a la de Janette.


Muchas series podrían ser condensadas en una escena donde late y desde la que se expande en todas las direcciones, así, en The wire, podría ser la siguiente:





Por supuesto, Treme, también tiene ese momento. No voy a darle un contexto que arruinaría una historia, pero su esencia es algo que dice Creighton: "Don't think in terms of a beginning and an end, because unlike some plot-driven entertainments, there is no closure in real life. Not really."



No hay comentarios:

Publicar un comentario