Quememos las gafas de pasta, liberémonos.


No ser nadie o ser todos. Huir de estereotipos en ambos casos. Resulta paradójico como en momentos como el actual, ante la atomización y el bombardeo de un sin fin de tendencias y etiquetas aún perviva la pregunta llevada al extremo. Me imagino su resolución como una afirmación de uno mismo mediante la negación de cuanta clasificación se le asigna pero, de nuevo, esto sólo puede llevar a dos lugares de igual resolución: el poliédrico ruido de asimilar cuanto cae al alcance del acelerado consumidor del progreso o la matemática silenciosa del que, sin desestabilizarse, avanza hacia la negación final: el silencio de ser nada más que tú.

Vale, la anterior incomprensible e inconexa parrafada sólo buscaba darle un barniz apropiadamente impostado a lo que en realidad quería decir: que en cuanto siento que alguien me ha catalogado por un determinado gesto, referencia cultural o complemento estético, me pongo nervioso y hago cualquier cosa para eliminarlo de mí. Para negarme. Para poder volver a ser yo. Libre.

Sí. Tiene muchos nombres (como aquel tan adolescente de "complejo del auditorio imaginario") pero una sola causa: un ego demasiado grande. Bueno, cumplir años tampoco ayuda.

Conclusión: en breve anunciaré la subasta de pipas, chalecos y una gran cantidad de libros de autores impronunciables que, por supuesto, jamás me he molestado en leer. Como colofón simbólico me afeitaré la perilla.

Ya puedo mostrarme como soy. Quizás hasta me haga una cuenta en Facebook.



O no.

Sentirse sentir



Se reconocía en el límite porque ahí es donde constantemente podía perder.
Donde creyendo tratar con la belleza, constataba un delirio.
Deletréame el nombre del cadáver que esta noche escondiste en mi sueño, ¿porque tú también nos soñaste no?
Hace tiempo que ya sin palabras.
Hace tiempo.

A veces, todavía crees encontrar hebras del todo del mundo. Aquellas que aún han de encauzarte para hacer tu bello modo de vivir capaz de resistir la anoxia de lo cotidiano. De lo demasiado contracorriente siempre. Like a waterfall in slow motion, like a map with no ocean, there is a limit to your love. Lástima que aún teniendo todo un límite, no siempre tus actos sean capaces de tanto caos como para desordenar el mundo lo suficiente para que el "otro" se de cuenta de que tú ya no eres ahí.






Pequeños misterios que se agotan

Pequeños cambios que ribetean un mundo demasiado constante. Un todo tan cotidiano que impide distinguir una mano de la otra tendidas ambas a cada lado del día. Resulta necesario apostar al desorden, a creer que aún puede uno equivocarse en un error diferente.

Desvaríos provocados por ausencia de gravedad y de un cuerpo que no se desbarate cada noche.

Entrada baliza, desde la que mirarme en espera de reconocerse.

Entrada Marlene Dietrich, porque ella también fuma cuando tiembla.






También valdría Corrientes circulares en el tiempo, pero si algo he recordado estos días es que casi nunca es bueno insistir con la verdad. Esperar, olvidar, recordar son tremendamente más eficientes y felices. La verdad desbarata mundos, pero, sin embargo, la mentira es un cadáver al que podemos hacer que, por un instante, dance una vida más bella que cualquier otra. Si bien, nadie querrá estar cerca de ti cuando inevitablemente se desmorone, porque lo hará siempre de un modo tan contagioso e irradicable que arrasará todo lo que un día de ti pudo ser cierto.