No duerme nunca. Está bailando, bailando. Dice que nunca morirá.



Como esto es mi blog, no tengo que plegarme a normas no escritas como: no hagas más de una entrada al día, no repitas temas, así que fuck you, bitch (guiño que antecede a lo que sigue, otra entrada, sí, sobre Breaking Bad).


Aviso, no voy a destripar la serie en ningún momento, así que aquellos que lean esto y que ni siquiera sepan de lo que hablo, el único peligro que correrán es el de sentir la necesidad de ver la serie -si consigo transmitir una mínima fracción de lo que esta es-.


Premisa primera: en Breaking bad las cosas no pasan a la ligera. En tres temporadas, nunca, repito, nunca, ha ocurrido una sola cosa que no arrasase una consecuencia de cambios para aquel que decide. En el Alburquerque en el que discurre la serie cada fracción de tiempo es consciente de su preciso peso, de como su mera existencia pone a prueba la total existencia del mundo. El personaje que cruza una sola línea roja -y se cruzan muchas- emprende una expedición hacia lo desconocido.


Premisa segunda: Breaking Bad es un mundo heraclíteo. Aquí nunca se detiene nada. Los personajes mutan constantemente dejando en el proceso penosos surcos, arrastrando cargas de huesos y almas, pero todo continúa. En tres temporadas no ha habido un solo personaje que se haya quedado rezagado. Todos chocan entre sí en su constante devenir y, claro, en cada choque se desprende energía, mucha energía.


Premisa tercera: en Breaking bad los personajes piensan y sienten. Todos, sin excepción. Obviamente, los hay más del bando pragmático y los hay más volubles, pero los actos de cada uno responden a lo que se nos da desvelando de su naturaleza.


Premisa cuarta: Breaking bad es la serie del suspense. Entendiendo suspense bajo parámetros de incertidumbre, tensión y visceralidad la obra de Vince Gilligan no tiene rival.


Premisa quinta: el demonio está en los detalles, por lo que Breaking bad también. Podría enumerar decenas de gestos que te traspasan la sensibilidad, decenas de momentos en los que la música entroniza aquello que ves hasta regiones nuevas y no menos momentos en los que la potencia de las imágenes te impiden discernir si estás ante una serie o una realidad paralela.


Premisa sexta (y última): ver Breaking bad es quedarse con lo mejor del torrencial caudal de calidad y morralla que nos ofrecen la televisión actual. Así de simple.





1 comentario:

  1. En una semana volverá internet a mi vida, y con ella... Tus recomendaciones.

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