Pequeños misterios que se agotan

Pequeños cambios que ribetean un mundo demasiado constante. Un todo tan cotidiano que impide distinguir una mano de la otra tendidas ambas a cada lado del día. Resulta necesario apostar al desorden, a creer que aún puede uno equivocarse en un error diferente.

Desvaríos provocados por ausencia de gravedad y de un cuerpo que no se desbarate cada noche.

Entrada baliza, desde la que mirarme en espera de reconocerse.

Entrada Marlene Dietrich, porque ella también fuma cuando tiembla.






También valdría Corrientes circulares en el tiempo, pero si algo he recordado estos días es que casi nunca es bueno insistir con la verdad. Esperar, olvidar, recordar son tremendamente más eficientes y felices. La verdad desbarata mundos, pero, sin embargo, la mentira es un cadáver al que podemos hacer que, por un instante, dance una vida más bella que cualquier otra. Si bien, nadie querrá estar cerca de ti cuando inevitablemente se desmorone, porque lo hará siempre de un modo tan contagioso e irradicable que arrasará todo lo que un día de ti pudo ser cierto.






No hay comentarios:

Publicar un comentario