Heliogábalo



Se supo habitado por voces. Susurros que condensaban todo tiempo en una palabra. Se le desdibujó todo umbral. Comprendió que para ganar este otro lugar, había perdido ese otro entre los hombres. De todos modos, ¿alguno podría comprender por lo que había pasado? Y lo había pasado por ellos. Así que decidió salir y trazar nuevos límites. Esbozó un mapa donde el norte era el ritmo y el sur la muerte. El este la ruina y el oeste los dientes del perro. Tras un momento de duda, convocó a todos. Quería comunicar lo que sabía. Que él era todos. Que debían seguirle. Porque él sabe a donde dirigirse. Él sabe dónde se halla la guarida del sol. Ese traidor que pagará sus afrentas con cien latigazos y una ejecución pública. Será hundido en una piscina de brea hirviente tras ser arrastrado por cien caballos blancos. Así les demostrará su poder. Así, por fin, le creerán. Así, por fin, será la noche.




Imagen: Estrella Sánchez




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