Teoría del conocimiento onírica


Por supuesto que existe conocimiento en los sueños. Allí también sabemos cómo nos sentimos ante cosas que, caigan más o menos en lo posible, al soñar están ocurriendo. Si soñamos rodeados de cosas que conocemos bien, en situaciones y circunstancias ligeramente diferentes de las reales, no hay nada racional que nos permita pensar que lo que experimentamos habrá de ser diferente de lo que ocurriría aquí, al otro lado de lo que concedemos como “real”. Porque entonces, despiertas. Y si aún recuerdas, sientes. Y eso que sientes, permanece, porque el cerebro -los que dicen que no, mienten- no es tan listo como para diferenciar un mundo del otro que está dentro que él. Y lo que ahora tienes, anhelo o herida, lo tienes. La onza de carne desde ahora contendrá sangre. Y te preguntas si lo que viviste -te incite o te aterre- deberías tomarlo como adelanto, como visión o como advertencia. Así fue, que cuando esta mañana despertó, sintió que un sueño se había inmolado, y eso siempre tiene un porqué. Que algo de lo que ahí había ocurrido, quería decirle que no. Que no estaba yendo a donde él creía querer. Y que el temor quiso anunciarse cobrando forma de una realidad no muy distante a la actual, con la intención de decir: yo no te convengo. Ni como sueño, ni como realidad.

Eso, ahora, lo sé.




Me llamaste muy de madrugada,
yo escuché a alguien toser detrás.
Mientras definías el desprecio
me dije que podría hablar,
pero hay cosas que no hay que contar.



Habitar un mundo, o de la mutación en Mad men (100% libre de espoilers)



Premisa: Mad men comenzó aconteciendo en un cuadro de Hooper, actualmente discurre en The swimmer de Cheever y, todo apunta, a que se extinguirá en cualquier relato de Carver.

Primera estancia: Comienza la serie. Predominan las líneas de fuga que nos separa del centro del relato, los segundos planos, la oculta historia de los muy desconocidos seres que, vendiendo, van desapareciendo en y su vida. Asistimos impasibles, algunos reticentes, a este arduo proceso de decantación, a este agotamiento del cuadro que un día compusieron. Un día de Nighthawks se llevan una banqueta, al siguiente, la chica se va porque ha de llevar a su gata al veterinario, al tercero, el dueño les echa porque a fuerza de no pagar las cuentas, le han llevado a la quiebra. Resultado: desmoronamiento del cosmos de infinitos tensos equilibrios que, según Isaac Newton, permitía que todo siguiera en pie.



Segunda revelación: Cambio de plano. Un sólo protagonista. Él. Don Draper. Pétreo, heroico en el el griego sentido de la palabra. Desbordante de hybris. Se desencadena un tour de force en el que nos acercamos él. Con la impasibilidad de un cirujano, se van descubriendo todas las imperfecciones de la otrora carcasa de Mr. Draper. Desaparece cualquier reducto para la intimidad, sabemos más de lo que quisiéramos. Horadamos sueños, mentiras y miedos. Reajuste entre sus yoes.


Futuro indeterminado: ¿existirá redención? ¿Están la tesis y la antítesis contenidas en la síntesis? ¿El devenir será infinito en sus posibilidades? Apuesto por que Don acabará siendo un Carver desde la sobriedad que recuerda y escribe o desde la autodestrucción que vive.

"Vimos que no podíamos resistir
más. Estábamos hundidos.
Queríamos ponernos de rodillas
y decir perdónanos nuestros pecados, perdónanos
la vida. Pero era demasiado tarde.
Demasiado tarde. Nadie querría escuchar.
Tuvimos que ver cómo se venía abajo la casa,
el suelo se abría en dos, y entonces
nos dispersábamos en las cuatro direcciones"

R. Carver, Anatema.









La beaute sera convulsive ou ne sera pas


Una feroz dentellada contra los arneses de la imposición de sentidos. Un corte de mangas, sonoro, a la cesión de unos ojos que no serían los míos para mirar ese objeto. El deseo irrefrenable de danzar, porque aunque no sepamos cómo, el movimientos nos permite volver a ser al olvidarnos de todo.

Y ahí, decir, repetir, que lo que habrá de ocurrir lo hará en el imposible equilibrio del nombre, en el lugar que siempre desaparece cuando aún no se ha posado nada.

Tú, no tú, el otro Tú, podrás ayudar a deshacerse todas las canónicamente numerosas piezas que recubren mi forzado cuerpo desmenuzándolo en necesarios filtros individualmente manejables. Y desnudo, estrábico, cojo o torpe, quizás pueda alejarme castigando una cantinela que sólo podrá decir bien un extranjero...

Hasta que el cuerpo aguante, hasta que el cuerpo aguante...



Lo sguardo di Michelangelo






La mirada de Miguel Ángel es una dialéctica irresoluble, porque una mirada que se mira en otra mirada a través de un inanimado tercer elemento está condenada a nunca poder descansar. A que siempre haya algo más que se va tejiendo en un silencio que va apretando su extraña mordaza a lo largo del cuarto de hora del cortometraje. Algo se va erigiendo: una presencia progresiva va reclamando un contacto cada vez mayor hasta hacer inevitable el tocar. Y al acariciar el mármol es entonces cuando el infinito pulido de la túnica no se revela como tal, sino como un campo en el que la más mínima aspereza desbarata el sentimiento ¿Por qué? Quizás estar en silencio ayuda. Un alegato de la belleza, del tiempo lento, de la experiencia estética individual, del callado lenguaje de las emociones.





Sentir el acontecimiento que siempre es por última vez. Y entonces saber que está bien. Que basta. Que aún ante la instancia de la muerte se puede, se ham de volver al mundo. Aunque sea de los demás. Porque siempre se es otro tras haber estado en "el lugar en el que acontece el sacrificio de la comprensión del misterio"